

El deseo en la nueva mujer
MIREIA DARDER
del libro ‘Nacidas para el placer. Instinto y sexualidad en la mujer’
Editorial Rigden-Institut Gestalt
Toda la información en: https://mireiadarder.com/libros/
Cuando la mujer puede ser ella misma, está lista para el encuentro con el objeto de su deseo, que puede ser un hombre u otra mujer.
Os comparto la vivencia de una mujer que experimenta su deseo sexual plenamente, después de haber realizado un proceso personal de crecimiento y desarrollo de la conciencia:
Veo dos maneras claras de vivir el deseo sexual. La primera resulta más orgánica y comienza «desde dentro». Siento alegría, me siento viva, como si dentro de mi cuerpo una hoguera se fuera encendiendo sin prisa y sin pausa. Me excita la luz tenue, donde puedo adivinar y sentir. Dilatándome, esculpiendo las formas, que esculpen las mías… Siento el latido placentero de mi vagina. Es una sensación muy placentera y diría que difícil de controlar, sobre todo cuando este escalofrío llega a mi piel, al exterior. Cualquier zona que me toco es puro éxtasis sin orgasmo. Los pechos son la zona que más me excita, los míos y los del otro, pero sin duda es en toda la piel donde siento esa calidez escalofriante e irresistible. Entonces mis fantasías se despiertan.
Si esta sensación aparece cuando no puedo satisfacerla, me estimulo directamente los genitales. Pero cuando estoy sola o en compañía y además tengo tiempo… El viaje puede durar horas. Me encanta sentir como mis genitales están cada vez más dilatados. Aquí el tamaño del pene se hace muy importante, aunque puedo tener diferentes intensidades de orgasmo sin penetración. Necesito llegar a un orgasmo donde me siento llena en mi vagina y fundida con el otro. Eso es llegar al máximo éxtasis. Si estoy sola, imagino cómo sería sentir diferentes tamaños, formas, texturas y cualquier cosa que se me ocurra. Si estoy en compañía, depende mucho de lo que pone el otro. Y no hablo solo del tamaño de los genitales, sino también del olor y el tacto.
Hay otra forma de vivir el sexo más desde la empatía, más «desde fuera». El viaje es muy parecido, sólo cambia la dirección. Las únicas diferencias: no estoy excitada y el otro me excita. Y, sobre todo, me excita muchísimo el olor del otro. Es decir, desde el aroma, la imagen y desde la piel hacia dentro.
Estas vivencias describen cómo el deseo surge, sobre todo, del interior de una misma y se puede satisfacer con otro o en solitario. A la vez, el deseo puede despertarse con el otro y los estímulos que nos llegan de él. Pero en definitivas, el deseo siempre es propio y está en uno, independientemente del objeto que lo despierte.
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